Pensábamos que lo de construir casas de madera era para los norteamericanos, y nos reíamos de este material como el hermano sabio de ‘Los tres cerditos’. Sin embargo, todo apunta a que deberíamos reconsiderar nuestra postura.
Hasta hace no mucho, mirábamos con cierta suficiencia las casas de madera de las películas norteamericanas. Nos decíamos, como el hermano que se salva del lobo en Los tres cerditos, que aquel material era poco resistente, que no duraba, que quién demonios querría un hogar fabricado con él. Hoy en día, sin embargo, es tal el boom de la construcción que la utiliza que parece el momento de preguntarse si deberíamos comenzar también nosotros a construir también en madera.
Afirman que sí estudios como Voll Arkitekter, responsables del rascacielos en madera más alto del mundo –de 84,5 metros–, que ha logrado demostrar que con esta materia prima no sólo es posible construir edificios altos, sino, también ecológicos. Así, sus diseñadores, galardonados por este proyecto, aseguran que, sólo en la producción de materiales, ya se ha reducido su emisión de gases de efecto invernadero en un 85%.
Quienes también llevan mucho tiempo trabajando con la arquitectura en madera son MGA, la firma liderada por Michael Green responsable de trabajos como el Wood Innovation Design Centre, en Canadá. Como Noruega, Canadá también es un país con una larga tradición maderera, por lo que tiene sentido que sea en su territorio donde se haya inaugurado el centro que estudia las posibilidades y aplicaciones de este elemento.
El edificio de ocho pisos y 29,5 metros, inaugurado en 2015, fue en el momento de su finalización la estructura de madera más alta y moderna del mundo, y contó también con prestigiosos premios. «La simplicidad estructural del edificio es fácilmente replicable, una elección fundamental realizada con el interés de ver a muchos más arquitectos, ingenieros y promotores privados reconocer el valor en el diseño de la madera producida en masa como alternativa al acero y el hormigón», afirmaban ya entonces.